¡Dios vehemente de una raza de acero,
automóvil ebrio de espacio,
que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes!
¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua,
nutrido de llamas y aceites minerales,
hambriento de horizontes y presas siderales
tu corazón se expande en su taf-taf diabólico
y tus recios pneumáticos se hinchen para las danzas
que bailen por las blancas carreteras del mundo.
Suelto, por fin, tus bridas metálicas.,., ¡Te lanzas
con embriaguez el Infinito liberador!
Al estrépito de¡ aullar de tu voz…
he aquí que el Sol poniente va Imitando
tu andar veloz, acelerando su palpitación
sanguinolento a ras del horizonte…
¡Míralo galopar al fondo de los bosques!…
¡¡Qué importa, hermoso Demonio!
A tu merced me encuentro… ¡Tómame
Sobre la tierra ensordecido a pesar de todos sus ecos,
bajo el cielo que ciega a pesar de sus astros de oro,
camino exasperando mi fiebre y mi deseo,
con el puñal del frío en pleno rostro.
De vez en vez alzo mi cuerpo
para sentir en mi cuello, que tiembla
la presión de los brazos helados
y aterciopelados del viento.
¡Son tus brazos encantadores y lejanos que me atraen!
Este viento es tu aliento devorante,
¡insondable Infinito que me absorbes con gozo…
¡Ah! los negros molinos desmanganillados
parece de pronto
que, sobre sus aspas de tela emballenada
emprenden una loca carrera
como sobre unas piernas desmesurados…
He aquí que las Montañas se aprestan a lanzar
sobre mi fuga capas de frescor soñoliento…
¡Allá! ¡Allá! ¡mirad! ¡en ese recodo siniestro!…
¡Oh Montañas, Rebaño monstruoso, Mammuths
que trotáis pesadamente, arqueando los lomos Inmensos,
ya desfilasteis… ya estáis ahogadas
en la madeja de las brumas!…
Y vagamente escucho
el estruendo rechinante producido en las carreteras
por vuestras Piernas colosales de las botas de siete leguas…
¡Montañas de las frescas capas de cielo!…
¡Bellos ríos que respiráis al claro de luna!…
¡Llanuras tenebrosas Yo os paso el gran galope
de este monstruo enloquecido… Estrellas, Estrellas mías,
¿oís sus pasos, el estrépito de sus ladridos
y el estertor sin fin de sus pulmones de cobre?
¡Acepto con Vosotras la opuesta,… Estrellas mías…
¡Más pronto!… ¡Todavía más pronto
¡Sin una tregua¡ ¡Sin ningún reposo
¡Soltad los frenos!… ¡Qué! ¿no podéis?…
¡Rompedlos!… ¡Pronto!
¡Que el pulso del motor centuplique su impulso!
iHurral ¡no más contacto con nuestra tierra inmunda
¡Por fin me aparto de ella y vuelo serenamente
por la escintilante plenitud
de los Astros que tiemblan en su gran lecho azul.
POESÍA FUTURISTA
Filippo Tomasso - Canción del automóvil
El autor realiza un poema sobre un avance tecnológico que irrumpe en la realidad moderna y modifica la cotidianidad con sus posibilidades. Describe el automóvil, un ser artificial y ruidoso creado por el hombre. Se grafica en la poesía, la velocidad de los tiempos de la modernidad y de la máquina. Incorpora el sonido, el ruido de la máquina, como elemento plástico, “con el freno en los dientes estridente”. Utiliza la fuerza sonora de la onomatopeya: “taf-taf”. Es un escrito plurisensorial en el cual se puede escuchar lo que se lee, un arte abstracto creador de emociones plurisensoriales: auditivas, olfativas, táctiles. Personifica el automóvil, usa analogías de las partes del motor como órgano de un cuerpo, “¿oís sus pasos, el estrépito de sus ladridos y el estertor sin fin de sus pulmones de cobre?”. El sonido se vuelve visible, palpable, se manifiesta matéricamente.
Ejercicio sonoro: Registro continuo cronometrado a grabador abierto.

Es posible diferenciar planos sonoros en tanto hay sonidos que se escuchan más lejanos que otros. Esto va variando de acuerdo al momento del audio. Quizá el momento más palpable de esto es hacia el final, cuando notamos el sonido muy cercano al micrófono de un ser vivo, que rápidamente se convierte en la figura.

La estructura consiste en el ruido constante y chato del tránsito que se escucha por la ventana. Es comprendida como tal por nosotros, ya que es un bullicio formado por sonidos diferentes provenientes de diversos elementos, con variaciones, y nuestro oído los condensa en uno solo.

Podemos reconocer fácilmente la bocina de los autos y ladridos lejanos. Hacia la mitad del audio, irrumpe un sonido estridente que no es identificable inmediatamente, seguido de una alarma que ya estaba sonando. Allí nos damos cuenta que se trata de un portón, de una salida de garaje abriéndose. Si la convivencia con mascotas es familiar, podemos identificar que hacia el final escuchamos la tos de un perro, aunque también se puede percibir como humana.

Al hacer un registro abierto, podemos percibir la cantidad variada de ruidos que recepciona el oído, pero nuestro cerebro lo asimila y pasa a formar parte de un sonido ambiente que ignoramos. Si bien entra en juego el azar, los sonidos que se escuchan son los probables, sonidos propios de una hora activa en la vida en la ciudad.